Pongamos que el otoño A (de gripe) empieza con el gran H (de hermano) en un contexto C (de crisis) y con un tiempo P (de paro) más bien parece todo una M (de miedo).
Visto o visto, la vida se asemeja más que nunca un juego de muñecas rusas: una matrioskha cotidiana que encierra dentro de cada de ella una experiencia peor. Analizar el inicio del programa de Gran Hermano de esta edición en este contexto no parece otra cosa que tapar una miseria con otra mayor. Los humanos somos capaces de vivir nuestra desventura si la envolvemos con una infelicidad mayor de los otros. Y así nos va.Viene una época difícil que necesitará más que nunca un esfuerzo de responsabilidad para ver las cosas con la máxima nitidez y realidad. Por eso recomiendo poner en OFF la TV.
Visto o visto, la vida se asemeja más que nunca un juego de muñecas rusas: una matrioskha cotidiana que encierra dentro de cada de ella una experiencia peor. Analizar el inicio del programa de Gran Hermano de esta edición en este contexto no parece otra cosa que tapar una miseria con otra mayor. Los humanos somos capaces de vivir nuestra desventura si la envolvemos con una infelicidad mayor de los otros. Y así nos va.Viene una época difícil que necesitará más que nunca un esfuerzo de responsabilidad para ver las cosas con la máxima nitidez y realidad. Por eso recomiendo poner en OFF la TV.